Hoy traemos un tema fresquito y del que muchos de vosotros habláis a estas alturas del año. El calor ya aprieta y muchos pasáis el verano en la playa o en la piscina, y es cuando surge la duda sobre cómo proteger los ojos. Hace unos días ya hablamos de cómo prevenir los problemas por el cloro y hoy ampliaremos esa información hablando de las gafas de natación graduadas y sin graduar.
Obviamente cada uno se conoce a si mismo como para saber si está más cómodo con gafas o sin ellas. Si le hacen falta porque se le irritan los ojos, o no acaba de adaptarse a su uso. Pero vamos a ver algunas nociones generales sobre el tema, y todo lo que debes saber sobre la versión graduada de este producto.
¿Es necesario utilizar gafas de natación graduadas?
Seguro que muchos de los lectores ni siquiera conocen la posibilidad de graduar gafas de natación. Lo más habitual es que en verano “nos resignemos” y en la piscina y en la playa no veamos muy bien. No podemos llevar las gafas normales, las lentillas no son recomendables, y los productos genéricos para nadar suelen ser sin graduación.
Sin embargo, sí existe la opción de comprar unas gafas de natación graduadas. Son especiales, con los cristales en un compartimento estanco para permanecer lo más secas y nítidas posibles. Y suelen tener un puente muy flexible que se adapta bien a todos los rostros para que el cristal quede en su justa medida para la distancia que hay entre tus ojos.
¿En qué ocasiones se considera necesario recurrir a este producto?, ¿es una buena inversión? Echa un vistazo a este vídeo:
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